lunes, 7 de noviembre de 2016

Los murales del Casino de la Selva-Papalote Museo del Niño.

El domingo 6 de noviembre, lo dedicamos a visitar el Papalote Museo del Niño de Cuernavaca.
Por la mañana cuando desperté, un poco más tarde que de costumbre, Santiago y Romina estaban ya envueltos por sus dispositivos electrónicos, Romina en el IPad y Santiago con un videojuego de Halo que ha descargado. "Vámonos al Papalote, quiero evitar que acaben zombificados por sus dispositivos". Como sea, tardamos aún poco más de dos, quizá tres horas en despegar del asiento y finalmente ponernos en camino, antes de eso, la merienda; el café para Den y para mí, obligatorio, jeje, Den sugirió que debíamos hacer una cita con el peluquero de mascotas para Naita y Fuga, la hizo por teléfono, pero luego la canceló porque no era muy práctico. Ya lo he vivido, de hecho diría que es casi una especialidad la de irle sumando cosas a una simple salida y volverla barroca, complicada, "de paso vamos a tal cosa, y aprovechamos para pasar al banco y tal y tal..." Decidimos ir al Museo solamente.

El Papalote no está mal, es muy pequeño comparado con el de Ciudad de México, pero bien hecho, y los juegos son atractivos: Solo entrar, en el pasillo estaba montada una exposición de carteles de los mundiales de futbol que yo querría haber apreciado más pero que a nadie más le interesaban, ni siquiera a Denisse que ha jugado futbol cuando estaba en prepa. Nos parecía gracioso que a las guías que trabajan ahí les llamen "cuates". -!Qué ochentero! dijimos Den y yo, pensando en Chabelo, referencia que a los niños les era completamente desconocida.
Intenté explicarles que el termino cuate es sinónimo de amigo y me perdí intentando decir que era una voz que venía de la lengua nahua y que no era ochentera sino mucho más antigua y... nada, me perdí.

Entramos a una sala del museo en forma de bóveda, dedicada al futbol, los niños y Denisse fueron directo a un futbolito... Yo por mi parte, me quedé absolutamente estupefacto ¡Qué es esto! La sala del museo era impresionante por los murales que había en la bóveda y paredes.

Tuve la sensación de entrar al Hospicio Cabañas, de hecho los murales tenían el trazo y la grandilocuencia de Orozco, su influencia era evidente, aunque tenían mucho de la composición de Diego Rivera, mas la grandeza de las figuras de Siqueiros; en el color intenso y en el cuidado de las figuras, adivinaba además a O´Gorman... era como una síntesis grandiosa de todos ellos. Pero sólo una parte, la bóveda y los muros de la derecha y el fondo. En el muro de la izquierda se adivinaba otro tipo de trazo, ¡Otro tipo de mural muy distinto al de los mexicanos! Pensé en Isamu Noguchi. Abordé al "cuate" que estaba en la sala, quise saber por qué la sala del Papalote estaba decorada por murales tan fantásticos, si así estaban el resto de las salas, quién los había pintado, desde cuando, y lo más importante ¡¡¡¿Por qué tenían grandes trozos desprendidos, dejando al descubierto el trazo al carbón del dibujo y el fondo de yeso?!!!

Al ver que metía en problemas al "cuate", que no sabía qué responderme, Denisse se acercó y me explicó que aquello era parte de lo que un día fue el Casino de la Selva, que a principios del siglo fué comprado por la trasnacional Costco, y que la banda -es decir la comunidad cultureta- por eso no compraba ahí, ni iban al Museo del Papalote ni a ningún lugar que tuviera que ver con el ex-Casino.

Observé con atención lo que pude, saqué algunas fotografías, desde luego. Cuando llegamos a casa horas más tarde me dí a la tarea de completar la información que Denisse me dió: Evidentemente la asalté a preguntas, me informó que ella misma estuvo involucrada en las acciones de protesta hace 15 años, pero que eran Jean Robert y Javier Sicilia, mas ambientalistas, comerciantes y otros miembros de la comunidad cultural los que estuvieron en primera fila "¿Te imaginas a ese par de loquitos hace 15 años, protestando?" ¡Sin duda me los imagino!

Fueron de hecho a parar a la cárcel -me informó- El gobierno estatal se engalló y metió a la cárcel a muchos por esas acciones de protesta. Se formó un comité de defensa del Casino de la Selva con Jean Robert a la cabeza. Yo justo ese día que llegó la policía y se los llevó, no estaba -siguió informándome Denisse- si no, también me habrían metido a mí, jaja (risas). Tal vez hacen efecto esas palabras que me hecha mi mamá cada que salgo, pa que me cuiden los ángeles de la guarda, porque siempre que ha habido algo así, me lo pierdo (más risas). Javier cuenta una anécdota de esa vez -siguió informándome- él y Jean fueron de los primeros en salir, y les dieron un papel que debían firmar para que los soltaran, Jean lo leyó hoja por hoja y luego lo arrugó y rompió arrojándolo a los de la fiscalía diciendo con su fuerte acento sueco: "!Yo no voy a figmag un papel que egtá egcrito con tantas faltas de ogtoggafía!"

Un par de documentales dan cuenta de las luchas en 2001-02 de parte de la comunidad cultural por el rescate del Casino de la Selva, un sitio que a principios de los años treinta era un hotel grandioso y exhuberante. Ahí me enteré mejor de los participantes, y también hay imágenes grabadas de Javier y Jean Robert encabezando las protestas, tanto como de los otros protestantes como la activista ambientalista Flora Guerrero, el activista Rafael Segovia y el sociólogo italiano afincado en México, Pietro Ameglio. El documental más completo que hallé fué: "Casino de la Selva: La Defensa del Patrimonio" firmado por Colectivo La Neta, Colectivo Nuestra Palabra, Colectivo Pensar en Voz Alta, SERPAJ Morelos y Cultura Joven AC. El director del docu es Pablo Gleason González y documenta la acción del "Frente Cívico Pro-Defensa del Casino de la Selva". El documental dá cuenta de los personajes que pararon en el Casino cuando fué hotel, entre otros el escritor Malcolm Lowry, los pintores Dr. Atl, Diego Rivera, González Camarena, Josef Renau, Francisco Icaza, la GRAN Leonora Carrington, el jefe sindical Cantinflas y muchos más. El docu apela a la afectación económica de los comerciantes del mercado municipal por el Costco-Comercial Mexicana, la destrucción de los murales que lo decoraban, y el ecocidio por la destrucción de más de 800 árboles.

Pensando en los murales destruidos del Casino de la Selva y de su ardorosa defensa por parte de la comunidad cultural de Cuernavaca, en contraste no puedo no pensar en la vulgar indiferencia de la comunidad cultural leonesa, que vimos languidecer por años un mural en un edificio gubernamental (la CFE o el Sindicato de trabajadores de México... no lo recuerdo). El edificio iba a ser demolido para en su lugar construir una nueva sede para el mismo sindicato. El mural estuvo expuesto a los elementos varios años. Yo pasaba con frecuencia por ahí y me detenía a observar el mural; recuerdo que me parecía horrible y un ejemplo decadente de la corriente neomexicanista posterior al muralismo de los años 40´s. Luego mi gran amigo Luis Enrique Muñoz, mucho mejor informado que yo, me contó que ese mural era obra de Francisco Eppens, el mismo autor que diseñó el escudo actual de la bandera mexicana (¡¡¡!!!). Al cabo de unos años más, un día sin más requiem lo derribaron.

El pisoteo del Casino de la Selva por una trasnacional yanqui es una muestra de cómo el TLC firmado en 1994 abrió la caja de Pandora para nuestro país. Así describía Jean Robert el movimiento: "Puedo decir que es un movimiento de reivindicación cultural puntual, precisa, que por la actitud negativa de las autoridades, se transformó en un acto de confrontación política".

Me estremece pensar que ese movimiento del 2002 que ya denunciaba algo terrible, era una prefiguración del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que vendría en 2011. Ahí estaban ya los argumentos de Sicilia sobre la resistencia pacífica, la reivindicación de la memoria, etc. El panismo estaba tomando vuelo con Fox como presidente en su papel molieresco de precioso-ridículo, entregando el país a las trasnacionales, sin embargo la nación aún no alcanzaba las cuotas de violencia a las que llegaría en el sexenio de Calderón. En 2002 sin embargo, ya se dejaban oir las voces que denunciaban la ola de feminicidos en Ciudad Juárez. Ese año moría en Cuernavaca Iván Illich. En 2002 yo recibí una beca por parte del Fonca de Guanajuato para pintar una serie de pinturas bajo el descriptivo título Obesos Monumentales, que expuse completa en el Museo de la Ciudad de León y de la cual, hizo una reseña en su columna del Universal, Mónica Mayer. Un Diplomado con ella y otro con Maris Bustamante, invitadas por Paco Romero a la Escuela de artes plásticas Antonio Segoviano, me hizo interesarme por primera vez en el feminismo, el activismo social y el rol de las artistas mujeres.